Ayer me he encontrado en
el gimnasio con Sandra (su verdadero nombre es otro, pero “Palencia
es una ciudad muy pequeña, por favor sé discreto”, etc,..).
Sandra es una mujer madura, mantiene su pelea contra los kilos, y
aunque va “perdiendo” en esa guerra, su forma de hablar, su larga
melena, sus ojos y el resto de su cuerpo invitan al placer. Mientras
hace una serie de movimientos en la máquina que imita los remos de
una embarcación, escucho lo que dicen sus labios y me imagino lo que
dicen sus pechos en ese ir y venir de su torso.
Nuestras miradas se han
encontrado y nos hemos reconocido. Ella se acuerda del día en que
nos citamos en un bar para que yo le explicase qué era aquello del
laboratorio experimental de erotismo. Vino con un hombre mayor que
ella y me pidieron que no revelase sus nombres. Él no era su
marido, sino su amante. El marido estaba en casa, no sabía nada del
tema. Tenían ganas de probar, pero les pudo el temor a coincidir con
alguna persona conocida, y no vinieron a nuestro encuentro erótico
de aquella tarde.
Hoy hemos vuelto a
hablar del tema. Ella ya no ve tanto a su amante, porque “él se ha
echado una novia”, pero reconoce que le encantaría venir a
experimentar con nosotros. Lo desea, sus ojos brillaban cuando
hablaba de ello. “No se lo puedo proponer a mi marido, me echaría
de casa, él es totalmente distinto a mí en este tema, y esta
ciudad es muy pequeña, no me puedo arriesgar a acudir sola y que
alguien me conozca, se armaría una gorda”. Se lamentaba de llevar
25 años de aburrimiento erótico y repetía que si esta ciudad fuese
más grande otro gallo cantaría.
Queridas Sandra, Mónica,
Carmen, ….queridos Manuel, Enrique, Antonio, ….ante todo
normalidad, aunque se os esté escapando la vida a chorros,
normalidad, aunque aborrezcáis la vida que lleváis, normalidad,
aunque deseéis y envidiéis la vida erótica de los otros,
aparentad normalidad, aunque vuestro cuerpo pida a gritos su cuota de
placer y no se os permita dársela, que nadie en vuestra “feliz y
honrada comunidad” lo sepa, que no lo intuyan, que no tengan que
señalaros con el dedo por pretender reconquistar vuestro cuerpo.
Aguantad, mordeos la lengua, apretad los muslos, regalad alguna que
otra cornamenta si fuera necesario, recurrid a las/os profesionales
del sexo clandestino, haced poco a poco más honda la zanja y más
alto el muro que os separa de la persona de la que os enamorasteis
hace 15, 20, 25 años. Resignaos y no arriesguéis, renunciad a lo
sublime, renegad de vuestra naturaleza, aceptad una muerte prematura,
porque a esta vida se viene a sufrir,…pero eso sí, con toda
normalidad.