Imagen tomada de Stamble
El sábado 24 de mayo estuvimos en
Luneda (Pontevedra) en casa de Samantha y José Antonio, en un lugar
perdido en el monte, perfecto para desconectar. Naturaleza, comida
sana y buena compañía. Totalmente recomendable: www.mundonatura.org
Esta vez comenzamos haciendo un relato
individual de nuestra relación con lo erótico hasta donde llegaban
nuestros recuerdos. Descubrimos que para la gran mayoría, nuestras
experiencias eróticas estaban relacionadas con la sensación de lo
prohibido y habían sido algo clandestino. En la memoria de algunas
personas había habido episodios de acoso y abusos sexuales. También
resultó evidente que tanto algunos como algunas habíamos
descubierto el orgasmo femenino más bien tarde. Hubo algún
afortunado que relató una infancia erótica feliz y placentera, con
episodios de masturbaciones colectivas, y descubrimientos
eróticamente interesantes entre niños y niñas, y desde luego no
había sido como una actividad incluida dentro de los planes de
estudio de la escuela a la que asistían. En periodos de juventud y
cierta madurez había descubrimientos como el propio orgasmo, en algunas mujeres, y también alguna incursión en la
homosexualidad, fruto de la curiosidad, la fantasía o el
aburrimiento.
Luego intentamos encontrar otros
lenguajes comunes con los que poder comunicarnos, como el lenguaje de
las manos, el del olfato, el de las miradas, las caricias, el de las
palabras escritas y el de nuestros cuerpos jugando a esto y aquello.
Hemos aprendido que debemos replantear
un poco el ritmo. Hay quien ha demandado una transición más suave a
la desnudez. Agradecemos y tomamos nota.
Resulta evidente que no todo el mundo
reacciona igual ante una situación concreta. Nuestra relación con
lo sensual y lo erótico es diferente en cada uno de nosotros y
depende de nuestras vivencias anteriores. Lo que para una persona
puede resultar enormemente placentero, para otra puede resultar
difícil de digerir. Diez manos actuando sobre un cuerpo pueden
resultar una inmensa oleada de placer, pero también un montón de
información difícil de gestionar. Esto nos lo dejó claro una
persona.
Nosotros nos quedamos con el largo
abrazo final: sólo pieles desnudas y manos amigas.
¡Gracias! Volveremos a Pontevedra el 19 de julio.