No dejamos de aprender cosas nuevas con
cada encuentro. Siempre hay algún hecho que sorprende. En el caso de
nuestro encuentro del pasado 10 de mayo, hubo algunas cosas que me
gustaría compartir con quienes entráis por aquí, con la esperanza
de que os animéis a dar vuestra opinión, a hacer preguntas que
disipen vuestras dudas, o a participar en nuestros encuentros.
Por increíble que parezca, en esta ocasión nos costó dos días
encontrar dos chicos que quisieran participar en nuestro
encuentro, en el que ellas estaban en mayoría. Recurrí a todos los contactos. Envié mails, whatsapp,
sms, hice llamadas, lo puse en FB,… O no había respuestas, o
estaban todos ocupadísimos. Tengo fundadas razones para pensar que
hay mucho miedo mezclado con el deseo y la curiosidad. Algunos de
quienes dijeron que “no podían venir”, o que simplemente no
contestaron, habían escrito solo unos días antes diciendo que
querían asistir. Cuando les dije que podían venir, de repente “ya
no podían”. No es la primera vez que ocurre esto. De hecho, uno de los chicos simplemente ni se presentó. Después de varias
comunicaciones por whatsapp durante varios días, en las que él me
preguntaba esto y aquello, quería saber detalles de “qué y cómo”,
después de asegurarme que lo había entendido todo muy bien, y que
estaba muy tranquilo y decidido, simplemente no se presentó.
Estamos llegando a una conclusión: en
el fondo ellos tienen más miedo. Miedo a tener una erección, miedo
a no tenerla, miedo a excitarse, miedo a no excitarse, miedo a que
“comparen tamaños” , miedo a que alguien esté esperando que
“queden como campeones”. Si es así
chicos, creo que no habéis entendido nada.
¿Os asusta la ternura, la sutileza, la
emotividad, los sentimientos, la afectividad? ¿Os da miedo hablar
sin palabras, decir cosas con la mirada, desnudaros también por
dentro? ¿Os asusta saber que la piel puede comunicar todo eso,
y mucho más?
Yo creo que todos estuvimos de acuerdo
en que fue una de nuestras mejores citas. De nuevo, personas que
nunca se habían visto anteriormente, se encontraron para vivir su
erótica según el deseo de cada uno/a. Durante más de tres horas
fuimos buscando puntos de encuentro y desprendiéndonos de nuestros
disfraces, armaduras, etc…hasta llegar a la más completa
desnudez de cuerpos y espíritus. Alcanzamos un punto en el que sólo
importaban las sensaciones que se transmitían a través de los
sentidos. Aspectos como la edad y la apariencia dejan de ser
importantes cuando los códigos de comunicación son otros.
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