La pereza estival nos ha roto un poco
el ritmo, pero aquí estamos de nuevo para contaros nuestra última
aventura sensual, después de un encuentro que se tuvo que anular por
no haber suficientes personas inscritas (fue el de Artaunsoro, en
Guipúzcoa).
Hubo acampada, aunque hubo que
improvisar un lugar distinto al previsto originalmente, debido a un
cambio brusco del tiempo. La acampada fue en nuestra casa. Tenemos
sitio de sobra y nos pareció más seguro no subir al monte por el
fuerte viento y la bajada de temperatura. La cosa quedó en acampada
light, pero así son las cosas de la meteorología.
Ello nos obligó a improvisar y fuimos
capaces de replantear el encuentro en un nuevo escenario y en
circunstancias diferentes. Al disponer de varios espacios (las
tiendas y las habitaciones de la casa), planteamos la posibilidad de
introducir una novedad en la sesión de masaje sensual. Normalmente
lo hacemos en una sala común y rotamos durante el masaje, de manera
que todos coincidimos con todas en algún momento. Ello tiene una
gran ventaja: todos y todas reciben “diferentes” masajes, puesto
que en esto hay quien es más hábil y creativo, y también quien
está un poco más "verde". Digamos que los masajes son más
democráticos. Pero también tiene un gran inconveniente: cuando más
a gusto se encuentran los dos miembros de la pareja, la “democracia”
obliga a cambiar y se rompe la magia que se había logrado
(quienes la habían logrado, porque para otros el cambio puede ser un
alivio).
En el encuentro del sábado pasado
cambiamos el sistema: ellas eligieron a su pareja para la sesión de
masaje, y la consigna era que una vez que estuviesen en el espacio
que se les había sido asignado, los miembros de cada pareja
negociasen un acuerdo mutuo sobre lo que querían hacer en las dos
horas siguientes. Esta libertad originó distintos tipos de
“acuerdos” que no vamos a revelar aquí, puesto que son
decisiones íntimas. La experiencia fue valiosa y la repetiremos
cuando la ocasión sea propicia.
El domingo por la mañana el tiempo mejoró notablemente y nos dimos un estupendo paseo
nudista por el monte.Nos encontramos con un pastor que apacentaba sus ovejas, le saludamos y nos respondió efusivamente. Deseamos que la inesperada visión de unas ninfas desnudas apareciendo entre las encinas le sirva de inspiración para llenar esos eternos y solitarios momentos en el monte.
Una vez más nos alegramos al comprobar
que las parejas que tienen una relación sana basada en la confianza
y el respeto viven estos encuentros con naturalidad, sin recelos,
sin desconfianza y disfrutan de las sensaciones placenteras y de
las caricias vengan de donde vengan, sin estar pendientes de lo que
pasa en la habitación de al lado.
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