Seguimos con nuestras actividades en el
Laboratorio Experimental Erotismo. El sábado pasado tuvimos
nuestro sexto encuentro. Estuvimos 14 personas. Algunas de ellas,
algo más de la mitad, tenían experiencia en lo que se conoce como
el “mundo liberal”.
El reto que se nos planteaba era
compaginar los, llamémosles, “distintos intereses” de las
personas que vemos en este proyecto una ocasión para explorar
facetas no tan evidentes de lo erótico, con otros intereses que
buscan resultados más inmediatos en el terreno del sexo explícito.
En esta ocasión le dimos una oportunidad al sentido del olfato, con un experimento en el que
ellas se untaron una parte del cuerpo con canela, y nosotros, con los
ojos vendados, como si fuésemos ciegos, teníamos que rastrear con
el olfato su cuerpo. Parece
fácil, pero no lo es tanto. Y si no, probadlo. Luego ellas nos
“olfatearon” a nosotros. Hubo bastante cachondeo y en general,
todo el mundo resolvió su prueba, aunque algunos/as necesitaron
alguna pista.
Otro juego, en el que había que afinar
el oído, fue “La jaula”, en el que alguien estaba encerrado
dentro de un círculo formado por todo el resto de participantes. El
que estaba encerrado dentro de la “jaula” podía ver, pero tenía
unos cascabeles sujetos a los tobillos para que los demás pudiéramos
escuchar sus movimientos, el resto teníamos los ojos vendados. Su
labor era conseguir escapar del círculo y arriesgarse a ser sometido
a tortura de cosquillas si era atrapado en el intento de fuga.
El termómetro erótico subió
bastantes grados cuando pasamos a embadurnar nuestros cuerpos con
aceite de masaje. Lo hicimos por turnos, 6 chicas a un chico y 6
chicos a una chica, hasta que todos estuvimos bien engrasados para
dar paso al ejercicio “Manos libres”, en el que nos confundimos,
sin poder ver nada, en una marea de cuerpos y pieles agradables y
calientes, y en el que apenas se puede saber a quién tocas y quién
te toca. Es una especie de vagabundeo errante en el que buscas a
alguien que te de la confianza suficiente, que te haga un gesto, que
te convenza con una caricia sincera, para iniciar con esa persona (o
grupo de personas) un dialogo en el que la afectividad se mezcla con
la sensualidad, y en el que las caricias pueden adquirir tintes muy
pasionales. Son momentos en los que se pueden derrumbar de repente
muchas barreras y se pueden desactivar actitudes muy defensivas,
pudiendo llegar fundirte en un abrazo muy emotivo con alguien a
quien supuestamente no conoces. En el transcurso de este experimento
puedes distinguir si tocas a un hombre o a una mujer, si el vello en
el cuerpo es abundante y por la complexión, por el perfume, pero hay
cuerpos que favorecen la confusión, hasta que te das cuenta de lo
evidente…Interesante para romper tabúes. Aclaro que no se trata de
fomentar la homosexualidad, pero también aclaro que hay muchas
personas bisexuales que agradecen este tipo de “juegos”. Una
mujer dijo una vez que le había encantado poder acariciar tantos
pechos femeninos.
No faltó la sesión de masaje sensual,
en la que todos descubrimos las habilidades y las carencias de los
demás a la hora de ser comunicativos con las manos. Resulta muy
interesante comprobar que todos podemos hablar con las manos, y que
se puede comunicar mucho, poco o nada,… igual que en la vida real.
Desde el comienzo de nuestras
actividades, algunas de las personas que participan en estas sesiones
han manifestado claramente su deseo de vivir los placeres del
erotismo sin mantener relaciones sexuales en el transcurso de las
mismas. Las caricias, los abrazos, la sensación de sentir el
propio cuerpo desnudo navegando entre una marea de otros cuerpos
desnudos a los que no vemos, pero que podemos sentir, oler, intuir,
son experiencias muy ricas y placenteras en sí mismas, que no
dejan a nadie indiferente. La posibilidad de extender los brazos
entre la multitud y acariciar sin prisa y a discreción, el aluvión
de sensaciones que producen una docena de manos que te cuentan cosas,
el hecho de que no sea tan importante “ver” sino “sentir”,
la búsqueda de los placeres que nos proporciona el viaje en sí
mismo , sin darle tanta importancia a la “llegada”, fueron
hechos apreciados y reconocidos por todas las personas que
participaron en nuestra última sesión.
Al final de la sesión se abrió un
debate sobre si se había producido alguna frustración en aquellas
personas que tienen planteamientos más “prácticos” en esta
cuestión (es un eufemismo, ya lo sé). Se habló de las opciones
“sin orgasmo”, también se reconocieron algunas frustraciones
que se producen en ciertos ambientes del “mundo liberal”, que
alguien calificó por propia experiencia como “fríos”,… El
encuentro resultó positivo y hubo buena química, alguien lo
calificó como “otra manera de comunicarse”.