El nombre de este juego
surgió espontáneamente durante una sesión. Suele encadenarse
después de “Círculo de placer”, el juego en el que embadurnamos
nuestros cuerpos de aceite. Se realiza con los ojos vendados.
Se trata de mezclarse
en una marea humana de cuerpos desnudos, en busca de
aquellas manos y de aquellos cuerpos cuyo lenguaje nos parezca lo
suficientemente sugerente para entablar un apasionado dialogo con
ellos.
Puede ocurrir que estemos
permanentemente “buscando”, que nos conformemos con entablar
“conversación” con todos, puede que nos decantemos por uno, dos
o tres,... Pueden ocurrir muchas cosas. La “ceguera” es muy
agradecida en estos casos. Dejan de ser tan importantes algunos
detalles que normalmente se detectan con el sentido de la vista, y
en consecuencia le damos valor a lo que somos capaces de apreciar
mediante el sentido del tacto, el olfato, el oído,… o el gusto.
Nos fijamos en la textura de la piel, nos dejamos conquistar por la
sinceridad de las caricias, podemos enamorarnos de unas manos que nos
hablan de una manera poética, podemos abrazarnos a un cuerpo que
se ofrece con generosidad,…si logramos desprendernos de los miedos,
los celos y los prejuicios, puede ser una experiencia única.
Cada día desde los poderosos y
omnipresentes sistemas mediáticos intentan convencernos de cuáles
son las cosas importantes que necesitamos para
“alcanzar la felicidad”. Se trata de cosas materiales que
debemos comprar, y que además debemos
renovar constantemente. En esa carrera loca por conseguir esas cosas
que creemos necesitar, hemos anestesiado algunos de nuestros
instintos básicos, entre ellos el instinto erótico.
Es difícil, aunque no imposible,
mantener el interés erótico en la pareja. Quizá alguien piense que
la propuesta de tener que relacionarse íntimamente con “terceros”
para mantener una relación satisfactoria con la propia pareja, es
una contradicción, o quizá una aberración. Nosotros pensamos que
es un recurso que ha demostrado su utilidad con resultados
sorprendentes.
En la infidelidad se le otorga al
amante lo que se le niega a la propia pareja, o bien se busca en el
amante lo que nos niega la propia pareja. En una relación lúdica
como la que proponemos aquí, no se le usurpa nada a la propia
pareja, no hay clandestinidad ni engaño, se favorece la confianza
del uno en el otro, se recuperan niveles de afectividad que se habían
perdido. Pero no nos engañemos, para ello tiene que haber voluntad
por las dos partes, y hay que hacer algún esfuerzo, cambiar algún
chip.
Los códigos de comportamiento moral
que rigen en nuestra “civilizada” sociedad, han sido escritos
hace muchos siglos por personas e instituciones que han tenido un
interés especial en regular y controlar las relaciones
erótico-afectivas de las parejas. Sin embargo esos códigos no
solucionan la realidad de una gran mayoría de esas parejas, y en
consecuencia, la infidelidad, el engaño, la apatía erótica, la
frustración, la renuncia a los placeres sensuales, el conformismo,
son por desgracia muchísimo más frecuentes de lo deberían.
¿Por qué no revisar estos códigos que han dictado
algunas instituciones, principalmente religiosas?
El deseo de conocer íntimamente a otras personas fuera de la
relación de pareja es algo muy común y no es antinatural. Pero la
sociedad no considera “moral” vivir experiencias eróticas fuera
de la pareja. Entonces solo nos queda la clandestinidad, con lo cual
esas experiencias siempre serán prácticas “sospechosas”. Está
en nuestra mano reivindicar una vida erótica más plena, ignorando,
con todo el derecho, los códigos morales hipócritas, que fueron (y
son) constantemente burlados y violados por quienes los crearon.
Acariciar, abrazar, besar, observar,
sentir, mirar, oler, compartir, intimar, regalar y pedir, dar vida a
fantasías grupales, a abrazos colectivos, a la afectividad
compartida, … con la tranquilidad de que nadie le roba nada a
nadie, y con la generosidad y el permiso mutuo de los dos
integrantes de la pareja, naturalmente.
Lo que planteamos en nuestros talleres
de sensualidad es una opción, una herramienta, para que se
despierte el instinto erótico, para que vuelva a la vida, y con
ello vuelvan la ternura, la sensualidad, la afectividad y el deseo a
nuestra relación. Una vida erótica sana y creativa con nuestra
pareja puede combatir los efectos destructivos de la rutina y
devolvernos la ilusión que hemos ido perdiendo con los años.
Nos gustaría lanzar un aviso a
navegantes, puesto que hay un comportamiento que se ha dado a veces
en los encuentros de sensualidad y resulta desagradable. Nos
referimos al caso de aquellos hombres que cuando acuden con sus
parejas a un encuentro de tipo erótico (con mayores o menores
connotaciones sexuales), no les dicen a ellas “a donde las
llevan”, porque saben de sobra que ellas no aceptarían participar
en una actividad en la que la desnudez es evidente y el contacto
físico muy estrecho. Les ocultan datos importantes y camuflan la
realidad interesadamente, esperando que cuando se vean inmersas en la
actividad, ellas “entren por el aro”.
Pues no, ellas no “entran por el aro”
de esa manera, y hacen bien, porque no se trata de entrar por ningún
aro.
Hemos comprobado que para aquellas
parejas que no tienen una relación sana, acudir a un encuentro de
estas características es exponerse a una especie de radiografía en
la que se muestran sin ninguna duda las partes “enfermas” de la
relación: las desconfianzas, los celos, los egoísmos, los
rencores, las inseguridades…..
Ello no es malo, sino todo lo contrario. Después de vivir un
episodio de éstas características se ven obligados a enfrentarse a
ello. Y si todavía están en la fase en la que son capaces de
hablar, pueden encontrar un punto de partida para que la cosa cambie
a mejor. Si la relación de pareja está ya muy “quemada”
también puede ser un detonante que contribuya a provocar algún
tipo de ruptura.
Hace algunas semanas fui a visitar a una
psicóloga que hace unos años nos sirvió de gran ayuda a Mª Jesús
y a mí en una época en la que nuestro desencuentro era preocupante.
Cuando me vio se asustó, porque la primera idea que le vino a la
cabeza fue que venía a pedirle socorro de nuevo. Cuando le expliqué
que no se trataba de eso, sino que mi visita era porque había tenido
que hacer una gestión en el mismo edificio en el que ella trabajaba
(Diputación de Valladolid) se mostró aliviada. Se alegró cuando
le conté que estábamos en un momento dulce como pareja.
Evidentemente ella contribuyó en su día a ello. Le hablé de
nuestro proyecto de sensualidad y erotismo y la idea le gustó.
Incluso llegó a decir que lo consideraría como una opción para
recomendar.
No hemos vuelto a hablar, pero evidentemente su comentario me
ilusionó, aunque comprendo que lo de recomendar nuestro proyecto
desde su posición de terapeuta oficial es un tema delicado. Nosotros
no tenemos formación reconocida como psicólogos ni como sexólogos
(realmente no trabajamos con “sexo”), pero creemos que nuestros
encuentros ayudan a las personas en alguna medida. Digamos que somos
una especie de asociación de “amigos del erotismo” que organiza
actividades un poco “especiales” que pueden ser de utilidad para
algunas parejas.
En nuestros talleres compartimos los
espacios, compartimos los juegos y nos compartimos a nosotros mismos.
Todos nos relacionamos con todos, las parejas se constituyen
aleatoriamente y rotamos constantemente. No hacemos discriminaciones,
todos tenemos algo interesante y positivo que ofrecer,
independientemente de las características físicas de cada uno.
Cuando nos vendamos los ojos nos puede sorprender la sensación de
calidez y cercanía que nos proporciona una persona a la que nunca
hubiéramos elegido como compañero o compañera de juego por no
considerarla suficientemente atractiva.
Durante los juegos y ejercicios
eróticos tenemos que asumir que nuestra pareja está recibiendo
placer sensual de otra persona, y que la situación puede tener una
fuerte carga erótica. Todos estamos en la misma situación, con
otra persona que no es nuestra pareja, intentando comunicarle placer
y ternura. Si nuestra actitud es de generosidad y no estamos
demasiado pendientes de lo que nuestra pareja está haciendo, nuestra
única preocupación será disfrutar el momento que estamos viviendo.
Esa situación se repetirá instantes después en otro juego, pero ya
no estaremos con la misma persona. No hay exclusividad, no hay
favoritismos. Es un juego al que jugamos todos en igualdad de
condiciones, en una sala común en la que las velas nos proporcionan
algo de luz, y la música nos ayuda y nos sugiere…
Luego, al acabar el juego, nos vamos a
nuestras casas y es allí donde notamos que el ambiente está cargado
de erotismo. Quizá al día siguiente al despertar hablamos de lo
que nos ocurrió con aquella persona que nos acarició de aquella
manera tan sensual y provocativa, confesamos el deseo que sentimos
cuando se nos insinuaron de aquella manera tan descarada, admitimos
que dejamos que nos besaran con apasionamiento, reconocemos que
nuestra pareja ocasional nos permitió explorar ciertos rincones de
su anatomía,…compartimos esas vivencias con nuestra pareja, sin
temor a que nos lo reproche, y esa complicidad provoca un tsunami
erótico cuya intensidad puede durar algunos días. Esa energía
sensual, ese deseo, nos permite volver a vivir unos encuentros amorosos de una
gran calidad.
La pereza estival nos ha roto un poco
el ritmo, pero aquí estamos de nuevo para contaros nuestra última
aventura sensual, después de un encuentro que se tuvo que anular por
no haber suficientes personas inscritas (fue el de Artaunsoro, en
Guipúzcoa).
Hubo acampada, aunque hubo que
improvisar un lugar distinto al previsto originalmente, debido a un
cambio brusco del tiempo. La acampada fue en nuestra casa. Tenemos
sitio de sobra y nos pareció más seguro no subir al monte por el
fuerte viento y la bajada de temperatura. La cosa quedó en acampada
light, pero así son las cosas de la meteorología.
Ello nos obligó a improvisar y fuimos
capaces de replantear el encuentro en un nuevo escenario y en
circunstancias diferentes. Al disponer de varios espacios (las
tiendas y las habitaciones de la casa), planteamos la posibilidad de
introducir una novedad en la sesión de masaje sensual. Normalmente
lo hacemos en una sala común y rotamos durante el masaje, de manera
que todos coincidimos con todas en algún momento. Ello tiene una
gran ventaja: todos y todas reciben “diferentes” masajes, puesto
que en esto hay quien es más hábil y creativo, y también quien
está un poco más "verde". Digamos que los masajes son más
democráticos. Pero también tiene un gran inconveniente: cuando más
a gusto se encuentran los dos miembros de la pareja, la “democracia”
obliga a cambiar y se rompe la magia que se había logrado
(quienes la habían logrado, porque para otros el cambio puede ser un
alivio).
En el encuentro del sábado pasado
cambiamos el sistema: ellas eligieron a su pareja para la sesión de
masaje, y la consigna era que una vez que estuviesen en el espacio
que se les había sido asignado, los miembros de cada pareja
negociasen un acuerdo mutuo sobre lo que querían hacer en las dos
horas siguientes. Esta libertad originó distintos tipos de
“acuerdos” que no vamos a revelar aquí, puesto que son
decisiones íntimas. La experiencia fue valiosa y la repetiremos
cuando la ocasión sea propicia.
El domingo por la mañana el tiempo mejoró notablemente y nos dimos un estupendo paseo
nudista por el monte.Nos encontramos con un pastor que apacentaba sus ovejas, le saludamos y nos respondió efusivamente. Deseamos que la inesperada visión de unas ninfas desnudas apareciendo entre las encinas le sirva de inspiración para llenar esos eternos y solitarios momentos en el monte.
Una vez más nos alegramos al comprobar
que las parejas que tienen una relación sana basada en la confianza
y el respeto viven estos encuentros con naturalidad, sin recelos,
sin desconfianza y disfrutan de las sensaciones placenteras y de
las caricias vengan de donde vengan, sin estar pendientes de lo que
pasa en la habitación de al lado.
Salgamos
de las cuevas, sustituyamos el calor de las estufas por el calor de
esa estrella que nos alimenta, adoremos a Akenaton, divinidad egipcia
que representa al sol. Mantengamos el calor
humano, la tibieza y el contacto de nuestros cuerpos.
Juguemos
a esto y aquello, cambiémonos la piel, perdamos la ropa y el
pudor, seamos los amos del bosque de sabias encinas, reivindiquemos
el derecho al placer con un aquelarre sensual, en un lugar secreto
al que nadie irá a molestarnos.
Fundemos
la hermandad de las miradas pícaras, de los suspiros entrecortados,
de las caricias cinco estrellas, de los abrazos eternos, de la “poca
vergüenza”.
Emocionémonos
con las palabras, entusiasmémonos con los silencios,
emborrachémonos de aceites aromáticos, bebámonos a
sorbitos la noche estrellada, soñemos que estamos
despiertos, que todo es real, porque lo hemos hecho real.
Desde
el Laboratorio Experimental de Erotismo os convocamos a la Primera acampada sensual que tendrá lugar el sábado 28 de Junio de 2014. El
lugar exacto sólo será revelado a las personas que deseen
participar. Se trata de un bosque de encinas situado a escasos Km.
de Palencia. Un lugar muy poco frecuentado con un
encanto especial, una fuente de agua potable y unas
interesantes rutas para perderse, amén de otros atractivos .
Quedaremos
en el punto de encuentro (se comunicará a última hora) a las 17.30h
. Dejaremos los vehículos aparcados y caminaremos aproximadamente
una hora hasta el lugar en el que montaremos las tiendas.
Nos refrescaremos y nos
quitaremos el sudor en una fuente que este año de lluvias
traerá un generoso caño. Luego cenaremos algo y después ...........nos
emborracharemos de sensualidad.
En cuanto
el tímido sol de esta vacilante primavera se insinúa, ella desnuda
sus cincuenta años y me regala la hermosa visión de una Eva a
quien la ropa le estorba sin remedio. Hace sus ejercicios de
estiramiento, lee, se recoge el pelo, anda de aquí para allá, en
este paraíso, todavía verde, en el que vivimos, en plena
Castilla. Observo maravillado como camina, si se recuesta, si se
tumba boca arriba, boca abajo o de lado; pierdo el control si abre y cierra
los muslos. Ella no se da cuenta del poder que tienen sus insinuantes
movimientos.
Las noches se me hacen cortas, abrazado
a sus formas tan desnudas, tan femeninas, tan evidentes. Me emociono
garabateando con mis dedos en su espalda, como un parvulito.
Levanto la sábana y admiro esa gran invención de la naturaleza, esa
fusión perfecta de cintura, caderas y nalgas… Acaricio todos esos
lugares una y otra vez, incrédulo, agradecido. Toda esa piel suave y
tibia me llama, reclama mi atención. No puedo evitar rozar con mis
labios sus hombros, mordisquear su cuello, mientras ella finge que
duerme.
Me encanta su olor, estoy enganchado a
su olor, enloquezco si me sumerjo entre las sábanas, creo que
podría alimentarme solo de verla, olerla y sentirla pegada a mí.
Sin ninguna duda, la noche es lo mejor del día. Me cuesta tanto
despegarme de ella por las mañanas y abandonar ese paraíso tan
húmedo y caliente…
Estoy enamorado como un adolescente. Se
lo digo,… me mira ...y se ríe.
Si surge el encuentro, si al final nos amamos,
después del allegro final con pompa y circunstancia,cuando ella se levanta y sale, yo continúo
pendiente de sus caderas, no me canso de mirarla, la sigo con la
vista, la acaricio y la beso a distancia…
“Shock erótico primaveral”, creo
que ha dicho el médico. "Es previsible que se agrave con la llegada
del verano". Ya os contaré…