Inercia es la tendencia
de un cuerpo a permanecer en el estado de reposo o movimiento en el
que se encuentra. Para vencer la inercia hay que ejercer una
fuerza externa. Un columpio está parado por inercia. Si lo
empujamos se balanceará indefinidamente por inercia hasta que alguna
fuerza externa - el rozamiento, la gravedad- le hagan detenerse, y
así permanecerá de nuevo indefinidamente, por inercia.
La física no resulta muy
erótica a simple vista, pero, … todo está relacionado.
Por amor, por instinto,
por locura,…nos emparejamos, nos vamos a vivir juntos y traemos
niños al mundo. Por inercia dejamos de compartir puestas de sol,
confidencias, caricias. Por inercia vamos cogiendo kilos, malos
hábitos,.. por inercia llegan las peleas, el mal rollo, el primer
engaño,….la separación. Es igual que cuando nos da el sueño al
volante, va llegando poco a poco, nos va atrapando. Si reaccionamos a
tiempo estamos salvados, si no reaccionamos estamos perdidos.
La inercia ataca
especialmente a la salud erótica. Quizá no nos atrevemos a
pedirle a nuestra pareja que nos haga “eso” que tanto deseamos,
eso con lo que tanto fantaseamos, esas caricias que nos dan la vida,
o aquello que nos produce un placer especial y que es lícito,
porque nuestro cuerpo es un instrumento diseñado para el placer.
Tememos que si se lo pedimos ponga cara de: “¿pero lo dices en
serio?”.
Entonces queda
resignarse, refugiarse en un mundo de fantasías incumplidas que uno
mismo crea, recurrir al sexo de los/as profesionales, consumir
porno y practicar el “amor propio”,..o buscarse un/una amante,
cosa que no es fácil y que no suele ser la solución,…. y así
hasta acabar durmiendo en camas (o en casas) separadas.
Autor: Armando Manzanero
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